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Corre el año 1946. Madrid, capital de esa España que acaba de convertirse siete años antes en Una, Grande y Libre, es una ciudad que ha quedado destrozada por el largo asedio y los bombardeos durante la Guerra Civil. El gobierno franquista da su aprobación definitiva al Plan General de Ordenación Urbana de Madrid para construir un nuevo modelo de ciudad siguiendo los preceptos de la teoría de la urbanización falangista. Se lo encarga al urbanista Pedro Bigador. Con este plan se busca hacer de Madrid un símbolo de los ideales franquistas.

Entre las actuaciones que propone el Plan Bigador se encuentra el embrión de lo que será AZCA. Su nombre es un acrónimo de "Asociación Mixta de Compensación de la Manzana A de la Zona Comercial de la Avenida del Generalísimo". Se ve que sonaba petón. Esta supermanzana de oficinas iba a erigirse en una zona que todavía eran las afueras (en el año 1946 el Paseo de la Castellana,AKA Avenida del Generalísimo en aquel entonces, llegaba hasta Raimundo Fernández Villaverde), se iba a soterrar todo el tráfico e iba a incluir un jardín botánico, un palacio de la ópera y una biblioteca, que nunca se llegarían a hacer.

No es hasta 1954 que se convoca un concurso internacional para la ordenación de AZCA. El concurso lo gana el arquitecto Antonio Perpiñá, con un modelo inspirado en el Rockefeller Center de Nueva York. Puedo entender lo atractivo que debió de ser para el aparato de propaganda franquista poder decir que Madrid iba a tener su Rockefeller Center, pero ¿era realmente buena idea?

Desde mi modesta opinión hay algo que me chirría en este proyecto: El Rock Center está situado en pleno centro de Manhattan, en una ciudad donde el número medio de plantas es de 38 y que además ya era por aquel entonces el centro financiero del mundo. Pretender traer el mismo modelo a una ciudad que en aquel momento no tendría una media de más de 8 plantas por edificio y que, honestamente, estaba muy lejos de ser una capital relevante del mundo en ningún aspecto, parece cuanto menos un WTF.

Pero volviendo a los hechos, el caso es que el proyecto fue sufriendo algunos cambios y no fue aprobado definitivamente hasta 1964. A partir de ahí hemos ido viendo edificios que se incorporaban a nuestra supermanzana (Torre Europa, la Torre del BBVA, Torre Picasso...) y que unas cuantas multinacionales montaban sus oficinas allí.Todo esto entremezclado con viviendas, tiendas y lugares de ocio.Y sin ver en superficie ni un solo coche. ¿En principio no pinta tan mal, verdad?

La realidad actual dista mucho de molar, la verdad. Muchos locales comerciales han cerrado, y entre los que siguen abiertos abundan las discotecas y algún prostíbulo. Las peleas son frecuentes en los alrededores de los locales nocturnos. Incluso ha llegado a haber tiroteos (el último, hace un año). Los recovecos de los bajos son tremendamente propicios para actividades delictivas, como el tráfico de drogas. Los fines de semana el botellón es la actividad favorita de los visitantes. Los sin techo montan bajo el amparo de los infinitos pasadizos sus casas, en las que he llegado a ver hasta un pequeño jardín hecho con flores de plástico.

Parece ser que se ha aprobado un plan de revitalización de la inmensa manzana, con una inversión de varios millones de euros. Habrá que ver cuáles son las medidas concretas que propone el Ayuntamiento. En mi opinión es complicado dotar de algún sentido a un lugar como AZCA, que nació ya siendo un verdadero disparate. Pero, en cualquier caso, ojalá se consiga.

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