Las interferencias reorganizan la percepción y transforman la mirada, pueden percibirse como ruidos inquietantes y perturbadores, efectos no deseados en la forma de representar la realidad. Me sirvo de la superposición de frecuencias, de la falta de sintonía, para desafiar ciertos temores. Necesito avanzar en ellos, sentirme vivo hasta el delirio en el acto mismo de contemplar la confusión y preguntarme si algo de eso tiene sentido.
En China el movimiento es constante. Millones de trabajadores cambian de lugar siguiendo la ruta de la transformación de megaurbes que son destruidas y construidas de la noche a la mañana, sin descanso, desembocando en una realidad flotante.
Acepto mi incapacidad para abarcar y entender el mundo chino. No puedo, por tanto, describir su realidad, necesito de la ficción para afirmarme y lograr mi objetivo. Trato de capturar fragmentos oscuros y presentarlos como una sucesión más o menos coherente de imágenes, como en un sueño.